Hace pocos días me enteraba de una devastadora noticia, el bar "El Sur" cerraba sus puertas, la noticia me pilló de improviso, y sentí como moría un amigo, pues el Sur durante las noches que abrió sus puertas, fue eso, un amigo en el que muchas personas encontrábamos refugio a esas noches que no pretendíamos terminar, y Antonio con su buen hacer, siempre nos proporcionaba, un buen motivo para que el avance del día y su victoria con la noche, fuera menos traumático y doloroso.
El Sur se ha convertido en un sitio mágico, pues rezumaba magia, y su magia no es la que aparecía en los cuentos de Disney, sino la magia de la hermandad de todas las personas, la magia de vivir aventuras mágicas en un sitio que ya no era un sitio más, sino nuestro sitio, el de todos.
En el Sur me ha pasado de todo, me han besado, he besado, he bebido, he amado, he escuchado, he contado historias, pero sobre todo y lo más importante, es que he vivido, y mucho, su noche, su encanto y sobre todo sus recuerdos, porque ahora aunque nos pese, el Sur es un recuerdo.
No sé los motivos que han llevado a Antonio a cerrar el Sur, pero si por mí fuese, sería un sitio indispensable para visitar. Todavía recuerdo mi última noche en aquel sitio. Era una noche dulce, y parece que la miel se ha acabado, pues con el sur, las noches serán más amargas sin un poco de cobijo en donde nosotros (abejas) encontremos un poco de miel para llevarnos a la boca y decir que hemos vivido.
El Sur siempre vivirá en nuestros corazones.
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