jueves, 28 de junio de 2012

Una noche



Era una de esas noches mágicas, una noche de celebración en la que todo el mundo mostraba con orgullo sus enseñas, sus colores, y entre cánticos y bailes la noche tomó un color especial, un color de esos que no se olvidan y tú estabas allí, era una gran noche, de las mejores, pensaste, te sentías el centro de atención y todo te parecía maravilloso.

Amarraste a todo el mundo a tu mundo, haciéndoles pasar el mejor momento de su vida, algo que quedaría en la mente de todos los que estuvieran allí presentes, pero te faltaba algo, y tú lo sabías, era como cuando a la magia le falta el truco final, ese truco que hace que los asistentes salgan con una sonrisa de oreja a oreja diciendo "¿Cómo lo ha hecho?" y a ti te faltaba ese truco.

Te arreglaste bien, pues pensabas que era una noche para ello, y como siempre te perfumaste, pues te gusta que te huelan, pero te faltaba algo, más bien dicho te faltaba alguien, a medida que la noche pasaba echabas de menos un aroma, un aroma a flores aromáticas, a vainilla, a canela, que no aparecía, tú sabes lo que hay, y de hecho lo aceptas, pero te faltaba ese alguien para que la noche hubiese sido más que perfecta.

Absorto en tus pensamientos, disfrutaste de una fiesta en la que el alcohol apareció de la nada, como en las fiestas, en esas en las que no sabes como han aparecido tantas cosas por un módico precio de 6 euros, dejaste que Baco poseyese tu espíritu, en aquellos momentos sumido en un mar de pasiones encontradas, tú lo sabías ... y acabaste celebrando una victoria que más que de un equipo era de todos.

Llegaron también las mujeres, pero ninguna como tú, les faltaban ese aire andaluz, esos pechos turgentes y ese mover de caderas que hace que cualquier hombre pierda la cabeza, aún así veías grandes bellezas, en otros momentos hubieses corrido tras ellas ofreciéndoles un mundo de ensueño que tú consigues crear siempre, pero esa noche no era la noche de eso, aunque lo pasabas bien y veías que ninguna mujer era capaz de envolver toda tu cabeza en lo que se refería a vicio, pasión, deseo y locura, como ella lo hacía.
Y llegaste a tu casa, con una gran alegría pero también con un gran vacío, porque la noche había sido espectacular, pero en la soledad más oscura te diste cuenta de lo que había, pero también de lo que sentías, siendo de las primeras veces que una pasión tan envolvente es capaz de quitarte el razocinio y la palabra, pero eso ya te da igual, porque sólo lo reconocerás borracho perdido, ya que eres muy orgulloso, y también tienes tus defectos, pero en la balanza final en la que Maat porta tu corazón, sabes que esas virtudes empañan a todos los defectos, porque siempre obras de una manera justa y sencilla.

Y así terminaba una noche, una noche que te dio todo y a cambio recibiste nada.

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