miércoles, 28 de marzo de 2012

Sentirse como un niño



El otro día me pasó una cosa muy curiosa, me encontré por casualidad en Internet el anuncio de que alguien vendía una máquina recreativa, vaya ! (pensé) esto puede ser interesante, deslicé el ratón hasta el enlace y de repente apareció lo que se convertiría en uno de mis mejores recuerdos de mi infancia/adolescencia, la foto retrataba una máquina de Virtua Striker.

Fue ver la máquina y sentir que volvía a un mundo distinto, en el que yo medía mucho menos y en el que las pesetas todavía existían, muchas tardes pasé al lado de esa recreativa, que cumplía muy bien su trabajo, el de entretenerme, fue un flechazo, como cuándo te enamoras y el verla de nuevo hizo brotar en mí nostalgia y alegría.

Me puse a jugar, el tiempo no había pasado, entre equipos y más equipos me pasé horas jugando, perdí la noción del tiempo ... pero volvía a ser un niño, no existían los problemas y recordaba a gente que ya no estaba con nosotros ... porque esas personas aunque no estuviesen vivas lo estaban en mi mundo, en ese que yo había diseñado introduciendo una moneda de 5 duros, y era maravilloso, porque los sentía a mi lado, fueron muchas tardes compartiendo un hobby, una emoción y una pasión, pero terminada la partida, una persona a la que yo apreciaba no estaba a mi lado, se esfumó y volvió al cielo, y yo con cara de circunstancias pude entrever que lo acababa de vivir era un momento mágico, pues esa persona, que había muerto hará  8 años, parecía que estaba a mi lado, podía sentirlo, porque aquel juego era algo más que un juego, era un recuerdo, un recuerdo que hacía imposible lo posible.

Ha sido divertido (pensé) me ocurrió por un momento que volvía a charlar con aquel chaval de piel morena y que su expresión era la de siempre (alguna vez te tendré que ganar) ... pero no podía ... él sabía que no podía competir conmigo y que casi siempre perdía conmigo cuándo jugaba, pero aunque no estaba allí pude ver como sus ojos se clavaban en mi cara, desafiantes, esperando volver a jugar la revancha.

Espero que arriba la juguemos algún día, porque cuándo el tiempo pase y yo no esté, espero verte, porque las personas cuándo mueren, no mueren, siempre que las recordemos y allá dónde estés, ves practicando que cuándo llegué seguro que te vuelvo a ganar en una partida de infarto.

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